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CRN || Migdalia Fort
15/06/2017 || 11:38am
El Decreto de Guerra a Muerte fue una declaración hecha
por el general Simón Bolívar el 15 de junio de 1813 en la ciudad venezolana de
Trujillo durante el desarrollo de la Campaña Admirable. La declaración viene
precedida meses antes por el Convenio de Cartagena de Antonio Nicolás Briceño.
Este decreto significaba que los españoles y canarios que no participasen
activamente en favor de la independencia se les daría la muerte, y que todos
los americanos serían perdonados, incluso si cooperaban con las autoridades
españolas. Además, añadía el objetivo de comprometer de forma irreversible a
los individuos con la revolución. Fue redactada bajo la justificación de supuestos
crímenes cometidos por Domingo Monteverde y su ejército contra los republicanos
durante la caída de la Primera República. Sin embargo La Guerra a Muerte fue
practicada por ambos bandos.
Texto del decreto
Simón
Bolívar, Brigadier de la Unión, General en Jefe del Ejército del Norte,
Libertador de Venezuela.
A sus
conciudadanos Venezolanos:
Un
ejército de hermanos, enviado por el Soberano Congreso de la Nueva Granada, ha
venido a libertaros, y ya lo tenéis en medio de vosotros, después de haber
expulsado a los opresores de las Provincias de Mérida y Trujillo.
Nosotros
somos enviados a destruir a los españoles, a proteger a los americanos y
establecer los gobiernos republicanos que formaban la Confederación de
Venezuela. Los Estados que cubren nuestras armas están regidos nuevamente por
sus antiguas constituciones y magistrados, gozando plenamente de su libertad e
independencia; porque nuestra misión sólo se dirige a romper las cadenas de la
servidumbre que agobian todavía a algunos de nuestros pueblos, sin pretender
dar leyes ni ejercer actos de dominio, a que el derecho de la guerra podría
autorizar
Tocados de
vuestros infortunios, no hemos podido ver con indiferencia las aflicciones que
os hacían experimentar los bárbaros españoles, que os han aniquilado con la
rapiña y os han destruido con la muerte; que han violado los derechos sagrados
de las gentes; que han infringido las capitulaciones y los tratados más
solemnes; y en fin han cometido todos los crímenes, reduciendo la República de
Venezuela a la más espantosa desolación. Así, pues, la justicia exige la
vindicta, y la necesidad nos obliga a tomarla. Que desaparezcan para siempre
del suelo colombiano los monstruos que lo infestan y han cubierto de sangre;
que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este
modo la mancha de nuestra ignominia y mostrar a las naciones del universo que
no se ofende impunemente a los hijos de América.
A pesar de
nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo
corazón se digna, aún, a abrirles por última vez una vía a la conciliación y a
la amistad; todavía se les invita a vivir entre nosotros pacíficamente, si
detestando sus crímenes y convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros a
la destrucción del gobierno intruso de la España y al restablecimiento de la
República de Venezuela.
Todo
español que no conspire contra la tiranía en favor de la justa causa por los
medios más activos y eficaces, será tenido por enemigo y castigado como traidor
a la patria, y por consecuencia será irremisiblemente pasado por las armas. Por
el contrario, se concede un indulto general y absoluto a los que pasen a
nuestro ejército con sus armas o sin ellas; a los que presten sus auxilios a
los buenos ciudadanos que se están esforzando por sacudir el yugo de la
tiranía. Se conservarán en sus empleos y destinos a los oficiales de guerra y
magistrados civiles que proclamen el Gobierno de Venezuela y se unan a
nosotros; en una palabra, los españoles que hagan señalados servicios al Estado
serán reputados y tratados como americanos.
Y
vosotros, americanos, que el error o la perfidia os ha extraviado de la senda
de la justicia, sabed que vuestros hermanos os perdonan y lamentan sinceramente
vuestros descarríos, en la íntima persuasión de que vosotros no podéis ser
culpables y que sólo la ceguedad e ignorancia en que os han tenido hasta el
presente los autores de vuestros crímenes, han podido induciros a ellos. No
temáis la espada que viene a vengaros y a cortar los lazos ignominiosos con que
os ligan a su suerte vuestros verdugos. Contad con una inmunidad absoluta en
vuestro honor, vida y propiedades; el solo título de Americanos será vuestra
garantía y salvaguardia. Nuestras armas han venido a protegeros, y no se
emplearán jamás contra uno solo de vuestros hermanos.
Esta
amnistía se extiende hasta los mismos traidores que más recientemente hayan
cometido actos de felonía; y será tan religiosamente cumplida que ninguna
razón, causa o pretexto será suficiente para obligarnos a quebrantar nuestra
oferta, por grandes y extraordinarios que sean los motivos que nos deis para
excitar nuestra animadversión.
Españoles
y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis
activamente en obsequio de la libertad de la América. Americanos, contad con la
vida, aun cuando seáis culpables.
Cuartel
General de Trujillo, 15 de junio de 1813. Simón Bolívar.
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Durante la Campaña Admirable por cada lugar "todos
los europeos y canarios casi sin excepción fueron fusilados" por las armas
patriotas a su paso. En febrero de 1814, al concluir la campaña, Juan Bautista
Arismendi, por órdenes de Bolívar, mando a fusilar a 886 prisioneros españoles
en Caracas. Para engrosar su número añadió inclusive los enfermos en el
hospital de La Guaira (cerca de 500 a 1.000 entre los días 13 al 16 del mismo
mes).1 2 Bolívar escribió los detalles al Congreso de Nueva Granada. En consecuencia,
entre 1815 y 1817 fueron implicados y sentenciados a muerte varios ciudadanos
distinguidos de Nueva Granada, cabecillas de la revolución, siendo ajusticiados
a manos del ejército pacificador venido con el general Pablo Morillo.
La Declaración duró hasta el 26 de noviembre de 1820,
cuando el general español Pablo Morillo se reunió con el general venezolano
Simón Bolívar para concluir un Tratado de Armisticio y Regularización de la
Guerra.
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